Capítulo 5: 2 MESES DESPUÉS
- roldanbedo30
- 25 sept 2015
- 3 Min. de lectura

Entré al colegio, estudiaba en una institución que era dirigida por Hermanos del sagrado corazón de Jesús, el Colegio Corazonista de Medellín, ubicado en Laureles. Desde febrero comenzaba una “rutina creativa”, pues me arreglaba para ir al colegio, de 1:45 p.m. hasta las 7.15 p.m. Las horas se me iban volando, claro, como no se me iban a ir volando si mantenía pensando en mi familia y hacía las cosas para distraerme y refugiarme en actividades que no demostraran que…
…Bueno, transcurrieron dos meses donde todos los días eran iguales, todo era plano y llenos de problemas, me mantenía de mi habitación a la cocina, de la cocina al baño, del baño a la terraza, y así sucesivamente en mis espacios libres.
Mi padre, Hernán, se mantenía distanciado de todo, pues él se encontraba afectado al pensar que después de tantos años de convivencia con una persona (en este caso una mujer) no iba a convivir más con ella; es así donde este hombre rompía cada vez en llanto, estaba desahuciado, sentía en su papital que le hacía falta algo. Para aquel hombre fue tan difícil aquella situación que al finalizar el mes de febrero decide volver al “hotel mama” donde la vida es más buena y más bacana.
La despedida fue dura. Nos levantamos a las 6 a.m, hora Colombiana, nos encontrábamos allí mi hermana y yo, estábamos recién levantados y veíamos como mi padre sacaba una por una sus camisas, sus zapatillas, sus pantalones, como sacaba del “hogar” sus pertenencias. Mi padre siempre estaba para mí. Recuerdo un día donde él se encontraba viendo la final de la Copa América donde Colombia era finalista. Todos los colombianos se encontraban reunidos viendo dicha final, yo estaba muy pequeño y me encontraba en casa viendo muñecos; mi padre y al lado de sus amigos celebraban porque Colombia se había consagrado campeón, celebraban con pólvora, harina, maicena, aserrín y muchas cosas más, y tanta fue el alboroto que salí de mi casa a ver que era lo que ocurría y veo a mi padre dirigiéndose a mí, caminaba hacia mí, para darme un abrazo de alegría. Él se encontraba cubierto de harina, su cara llena de maicena y me aterrorizaba. Cuando llegó y me dio un gran abrazo, una chocolatina y me dijo las siguientes palabras: Eres toda mi vida y a lo que yo respondí tú eres por toda mi vida mi amigo inseparable.
Entonces, cuando mi padre empacaba sus pertenencias para irse al hotel mamá recordaba aquellas palabras y recordaba que él era mi amigo inseparable y que no entendía porque se tenía que ir, si él era mi amigo, esa persona que me escuchaba y me aconsejaba.
Papá se despedida de mi hermana y de mi persona, nos decía que no lloráramos que íbamos a seguir en contacto, que nos escribiríamos, nos llamaríamos etc. (Es muy duro para mi escribir esto pues él y yo siempre hemos tenido unos lazos de padre e hijo muy fuertes, así como Héctor Abad y su padre, ya que lo cuenta en su libro El olvido que seremos). Bueno pasamos unos minutos más con mi papá y llegó la hora de verlo partir, siendo las 7:50 a.m le rogaba a mi padre que no se fuera, llorando, desesperado, sin saber qué hacer. Mi padre, él, sin mirar hacia atrás se montó al taxi y yo desde la terraza de mi casa le gritaba: ¡Porqué te vas amigo inseparable, te voy a extrañar!
Días antes de este suceso, recuerdo muy bien que había tenido una discusión con mi madre. Yo acababa de llegar del colegio Corazonista y como todo niño “bueno”, iba de la casa al estudio y del estudio a la casa. Ese día me iba a enterar de algo muy grave, cuando llegué, mi madre ya se encontraba en la casa, algo que era extraordinario ya que ella llegaba siempre después de las 9:00p.m, y ese día eran las 7:45 pm. Yo llegaba a casa con una sonrisa de oreja a oreja porque había ganado un examen de español una de las materias más difíciles para ese entonces. Ella no decidió prestarme atención y bueno ya saben el resto, me enojé y dejé de hablarle como todo un hijo orgulloso, que necesitaba atención; pero fue ahí donde se desató en medio de la sala otra guerra mundial en este caso Hitler era mi padre que se encontraba presente y mi madre era una Rusa, se escuchaban gritos y más gritos, y fue allí donde entendí porque mi madre estaba así. Ella tenía el corazón destrozado.
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