CAPÍTULO 2: VACACIONES EN UN LUGAR ESCONDIDO
- roldanbedo30
- 15 sept 2015
- 4 Min. de lectura

La noche estaba despejada, se podía ver las estrellas, todavía se sentía el aroma de la navidad que ya había pasado, la natilla, el manjar blanco, los buñuelos todavía se escuchaban mencionar. La noche estaba perfecta para salir, jugar, reír, conocer a nuevas personas, hablar… Los juegos que siempre estaban en mi infancia como chucha escondrijo, chucha cogida y muchos más.
La primera noche que pasé en aquel lugar fue después de haberme despedido de mis padres, ese día empezaba la diversión para mi hermana y para mí, ya que ella se quedó conmigo a pasar esas vacaciones; primero nos llamaron a comer, como había quedado arroz con pollo del cumpleaños por la noche volvimos a repetir, al finalizar escuchamos:
¡Oeee, salgaaaan! Para que juguemos y pasemos bueno- gritó mi primo Juan David- con ganas de jugar hasta media noche o casi siendo media noche.
Grité con la comida en la boca, ¡Hágale, ya salimos!, lo dije con una emoción de correr, reírme, vivir los días como el último.
Salí corriendo, apresurado, con ganas de conocer a nuevas personas; salí con mi hermana y nos dedicamos fue a jugar, primero me presentó mi primo a unas hermosas mujeres, después a unos amigos de él, que de inmediato simpatice con todos. Al cabo de minutos, decidimos jugar, de poner cada uno el pie con el zapato para que la contaran, “zapatico cochinito cambia de piesito y si lo tienes roto cámbialo por otro”, esa era la canción que cantábamos para decidir quien la quedaba, el último en salir quedaba.
Por injusta que es la vida pero al mismo tiempo afortunado quedé yo, me tocó ir a contar de 1 en 1 hasta 100 y de 100 en 100 hasta 1000 y de 1000 en 1000 hasta 10000. Terminé de contar y salí a buscarlos, como sabía que éramos unos pre-jóvenes estaban escondidos en la oscuridad, salí y lo primero que hice fue meterme por un callejón o camino donde finalizaba la calle pavimentada, yo miraba ese lugar, el corazón me palpitaba a mil, las gotas de sudor empezaron a surgir al pensar que en ese lugar debía buscar a mis amigos, se movían las ramas de lado a lado, pensaba que en una rama de esas estaba una bruja, un duende o que hasta el mismísimo demonio estaba observándome caminar por ese lugar oscuro, tenebroso, por ese lugar que alguna vez mis abuelos me habían contado una historia tenebrosa de algún suceso que en ese instante no recordaba bien pero sabía que había sucedido por ahí.
Seguí caminando, las piernas me temblaban, había una lámpara solamente en ese sendero pero esta se prendía y se apagaba por momentos, para colmo cuando iba caminando estaba encendida la lámpara y de un momento a otro se apagó y lo primero que me pasó por la mente “ya se me apareció el putas”, caminaba y caminaba, volteé y mire hacia atrás, vi como el viento sacudía los árboles y se escuchaba ese pitico que producía al soplar el viento. Volví a mirar hacia adelante y entre la oscuridad y un poco de luz pude ver a mi primo y sabía que si él estaba ahí los demás también, me acerqué despacio, con cautela, algunas ramas hacían sonar mis zapatos, pero eso no importó para descubrirlos. Cuando me acerqué los vi a todos, recostados y cada hombre del grupo de amigos con una mujer como decimos “dándose los picos”, yo no me iba a quedar atrás y una joven que al principio de habérmela presentado Juan David mí primo; me hizo ojitos, estaba sola y me dijo “quieres un beso” y yo sin apresurarme, sin demostrar que me llamaba la atención le dije, sí, y nos besamos. El resto de la noche la pasamos en ese lugar “tenebroso, oscuro, miedoso” dándonos besos. Hasta que escuché un grito que nos llamaban a los tres (Juan David, a la cachetona y a mi persona), ¡ya es hora que se entren!, dijo mi abuela casi siendo las 12:00 a.m. Ya se acababa la noche.
En la mañana siguiente madrugué como dice todo mundo “madrugué a desayunar”, me quedé en la cama un rato haciendo pereza, el cuarto se encontraba oscuro, en la casa habitaba un silencio que producía miedo. Al cabo de 5 minutos se escuchó un aparato o una máquina muy cautelosa sin hacer mucho ruido, pero con tanto silencio que había se escuchaba el chillar de las tuercas como al girar la palanca o cuando se escucha una puerta rechinar. Pensé, será la puerta que está abierta o es mi abuela haciendo algo para darnos una sorpresa, me levanté y lo primero que hice fue coger rumbo para el baño, como estaba medio dormido, caminaba sonámbulo y lo primero que vi entre mis ojos medio abiertos fue que aquel sonido extraño que había escuchado era la de la máquina de moler, de moler maíz, carne, etc. Vi que la gran sorpresa que nos tenía mi abuela a mi hermana y a mí, era arepas, pero arepas hechas en hogar.
Transcurrió la mañana desayunamos, tomamos la media mañana y al cabo de las 11:00 a.m. salimos a jugar, hablaba de mi hermana, mi primo Juan y mi persona, cuando escucho el teléfono sonar corro apresurado a contestar y no alcanzo; mi abuela contesta y rápidamente me pasa al teléfono.
-Buenas tardes a la orden, dije, resaltando los valores que mis padres y el colegio me enseñaban. Y que más adelante dañaría.
- Cuando me contesta una voz quebradiza pero al mismo tiempo segura, ¿Cómo estás mijo? Ahí pude identificar de quien era esa voz que me producía alegrías, nostalgias y en muchas ocasiones rabia o de la persona que me da regaños, pero regaños concejeros.
- Le contesté: a muy bien pa gracias a Dios.
- A me alegra mucho, me dice esto pero no se le notaba en su voz, se sentía un síntoma de tristeza.
Hablamos por teléfono 15 minutos, yo le estaba contando lo que me había sucedido en el día anterior con detalles incluso… Después de contarle todo me dijo – mijo quiero que se venga por la noche con su hermana para que hablamos unos asuntos. Ahí sentí un bajón en mi alma, presentía que había sucedido algo, mis vacaciones en ese lugar escondido terminaron.
Comments