Capítulo 1: Desde el principio
- roldanbedo30
- 11 sept 2015
- 3 Min. de lectura

Y ahí estaba yo, miraba al cielo, miraba como pasaban las distintas aves que se encuentran en ese lugar, desde allí se veía también la carretera, sin congestión como es habitual. Pero en ese lugar no me encontraba con un fin específico como lo hacía cada vez que iba y pasaba las tardes enteras disfrutando de un sol, de sonrisas, amistades o cuando me iba de picnic con mi familia. En esta ocasión me encontraba decepcionado, aburrido, sin proyección de cumplir mis metas y sueños, con ganas de dejar de ver a mis seres queridos. El único pensamiento que rondaba por mi cabeza era la muerte.
Esa muerte recorría todas las partes de mi cuerpo, el corazón me palpitaba a mil, empuñaba mi mano derecha con tanta rabia de saber lo que había ocurrido en esos años en mi vida, que llegué a al punto de sentir el infierno en las palmas de mis manos. Con la mano izquierda secaba mis lágrimas que brotaban al recordar las cosas que escuché, que viví y otras que más adelante mencionaré.
Aquel día no me encontraba muy lejos de mi barrio, desde ese lugar era posible visibilizar mi casa. Estaba en un morro bastante alto, que solo al verlo produce una leve sensación de vértigo. Así de altos eran mis deseos de tomar impulso y correr hasta el borde del precipicio; dejar mi vida en el recuerdo de las personas que me querían y de aquellos a los que solo les agradaba la idea de acabar con mi vida… Un paso lento, luego otro más rápido hasta que…
…Yo era un joven entre los 11 ó 12 años de edad, no me salía de los estándares físicos colombianos, “todo muy normal”: media 1,55, cachetón, trocito, cabello oscuro, ojos café protegidos por unas crespas pestañas. Un joven de casa, criado como se dice en el lenguaje popular “a la antigua”. Vivía en un hogar amoroso, las cicatrices que surgían en mi cuerpo, que de hecho no eran pocas, fueron fruto de los constantes partidos de fútbol o caídas durante alguna “aventura o exploración de niños”.
4 enero de 2008 toda mi familia reunida en torno al cumpleaños de mi primo Manuel, sino estoy mal era su primer año de vida. Ese día estaba muy feliz, dichoso de la familia que tenía y que esperaba nunca se separara. Sin embargo ese día una energía negativa en cada palabra que decían y que para mi edad no entendía ya que lo hacían con doble sentido.
Ese día estuve con mi primo Juan David ya que era de mi misma edad, le gustaba los videojuegos, el fútbol, jugaba conmigo para todos los lados y porque era el más popular de aquel barrio tan escondido en el municipio de Copacabana. Mi primo y yo somos como hermanos pero cortados con diferentes tijeras. El día fue pasando y pasando comimos el almuerzo (arroz con pollo, un plato exquisito) el helado, y hasta que cantamos el cumpleaños y nos comimos la torta. Siguió transcurriendo el día, fuimos a coger y comer ciruelas, comimos mangos, era una vida en un solo día para pasar en el campo, comimos frutas y más frutas; hasta que llegó la hora de despedirnos, yo había llevado ropa “por si las moscas” me quedaba amaneciendo o pasando vacaciones, ya que era temporada de vacaciones.
Mis padres al principio no querían que me quedara porque ellos sabían que yo era muy fastidioso y a mi familia por parte de papá no le caía muy bien que digamos, pero de tanto insistir y seguir insistiendo, se cansaron y optaron por dejarme amanecer, pero yo no sabía las consecuencias que me traían en un futuro esa decisión.
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