CAPÍTULO 4: HORAS ANTES DEL PASEO
- roldanbedo30
- 21 sept 2015
- 2 Min. de lectura

La noche se hizo eterna. Fue una de esas noches, donde te volteas para todos los lados de la cama y no encuentras la posición para dormir. Así fue, estuve toda la noche buscando el ladito donde me podía acomodar para dormir, pero; en el único lugar donde no encontraba paz y donde no podía ubicarme bien, era en mi mente.
Pasaron horas y más horas para poder conciliar el sueño, y al cabo de cerrar los ojos mi madre ya estaba llamándome para bañarme y arreglarme; ella notó en mí mirar que pasé mala noche y que mis ojos no dejaron de derramar ese dolor tan inmenso que tenía.
Después de haber hecho todo lo anterior, llegó mi padre, él un hombre de la casa al hogar y del hogar al trabajo, amable, responsable y ante todo pensaba en el bienestar que en la diversión. Su nombre es, Hernán. Él, ya sabía que con la mujer que había compartido tantos años y que por esos días estaban separando cobijas, ya nos había divulgado la gran triste noticia a mi hermana y a mí. Lo primero que hizo Hernán, o como le digo yo (mi amigo inseparable, cocodrilo, pulpo…) fue abrazarnos y decirnos:
-Padre: Tienen que ser muy fuertes, nos decía esto mientras tragaba hondo y después respiraba profundo.
Por mi parte no me aguanté, siempre demostrando que soy sensible, rompí en llanto y al cabo de 5 a 10 minutos tenía a mi padre bañado en lágrimas; mientras lo abrasaba, él solamente me decía que debía ser fuerte y no dejarme derrumbar por nada, que los obstáculos de la vida se superan paso a paso y que todo tiene solución. Esas palabras quedaron impregnadas en mi mente para bien o para mal…
Fue así como me despedí de mi padre, para partir al “paseo”. No puedo negar que haya pasado muy bien, pero en mis pensamientos se mantenía la palabra…
Comments