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CAPÍTULO 3: LA GRAN TRISTE NOTICIA

  • Foto del escritor: roldanbedo30
    roldanbedo30
  • 17 sept 2015
  • 3 Min. de lectura

Transcurrió el día y me fui a mi hogar donde se encontraba mi abuela Ofelia, mi segunda madre que por circunstancias de la vida fue la que me vio crecer en toda mi niñez ya que mi madre trabajaba y no nos veía en el día. Ofelia Lara mi abuela, que se vino de la capital para hacer una vida excelente a Medellín; al vernos llegar a mi hermana y a mi nos regaló un abraso y nos dio un beso en el cachete. Terminamos de entrar a mi casa y al cabo de un rato pregunté por mis padres a lo que me contestó:

-Ofelia: Sus padres están trabajando, su papá está trabajando de noche y su madre llega temprano del trabajo.

-Yo: ¡Mmmmm!, mita usted por casualidad sabe para que nos hicieron venir tan rápido.

-Ofelia: Mijo, pues la verdad no sé, de pronto es algo muy urgente; pero en su rostro y en su forma tan seria y seca de contestarme se veía que era algo muy grave.

Transcurrió la tarde hasta que llegó la noche, mi madre llegaba, ella es una mujer muy trabajadora, con una textura de mujer luchadora, alegre y de buen aspecto físico, ella deslumbra por todo lo que hace, por todo lo que se cumple a hacer. Palabras más, palabras menos un hijo nunca termina de describir a su mamá, ya que se queda uno corto para describir a la mujer que le dio la vida. Ella se llama Veriadis y le gusta que le digan “Veri”.

Como todo hijo que ama a su madre corrí hacia ella a saludarla y a cargarle el bolso y a preguntarle:

-yo: ¿Cómo te fue hoy ma?

-Mamá: Muy bien gracias a Dios, un poco cansada pero tú sabes que cualquier trabajo es agotador.

Se recostó en el sofá, mi hermana tan caritativa le llevó las chanclas para que desacaloraran los pies. Al cabo de unos quince minutos no pude más con la intriga y lo que hice fue preguntarle ¿qué era lo que había pasado que nos hicieron venir tan rápido de pasar vacaciones?

Ella no nos quiso responder y de inmediato nos cambió el tema.

Cenamos, después nos pusimos cómodos para dormir o para hacer pereza un buen rato en la cama y se me volvió a pasar por la mente que era lo que nos iban a decir y pregunté:

¿Madre será qué ya me puedes decir qué fue lo que pasó?

Mi madre con un nudo en la garganta, con una cara de nostalgia y con miedo para hablarnos a mi hermana y a mí, nos dijo:

No, nada, que mañana nos vamos a ir a pasear a San Felix, vamos a ir a pescar.

De inmediato sabía que era una mentira, pero que mentira más piadosa, de todas formas me puse feliz y lo primero que hice fue empacar los implementos que iba a llevar al paseo.

De repente pensé y me cuestioné:

¿Será qué eso si era lo que nos iban a decir o será qué nos están ocultando algo?

Bueno, me quedé por un momento así, pensativo y cabizbajo. De repente volvió a mí la dichosas preguntas, de qué todo lo tengo qué saber, pero era lógico siempre hay una edad donde uno quiere saber de todo. Entonces con un poco de miedo a escuchar la respuesta pregunté:

Madre en serio, ¿Qué es lo que sucede?

Ella me miró a los ojos y me dijo que llamara a mi hermana, a lo que obedecí inmediatamente, nos hizo sentar en el sofá y pronunció las siguientes palabras:

Amores, están ahí sentados porque las noticias no son buenas, porque creo que deben de saber todo lo que sucede en el hogar, nuestro hogar. Están ahí sentados porque hace varios meses ya he estado aburrida de muchas situaciones, porque me he aguantado demasiadas cosas y para no alargarme más ya estoy es mamada.

Al escuchar esto sabíamos que era algo muy malo. Mi madre terminó diciendo:

Su padre y yo…


 
 
 

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